lunes, 1 de diciembre de 2008

Esa Maldita Noche...

Yo sentado en esa maldita escalera helada de madera, daba lo mismo si corría esa brisa de norte a sur por el pedazo de habitación, yo solo no quería moverme, no era por el frío, era por las emociones, era catatonia. Ahí pensando en todo, en ese mundo descubierto que no debí reconocer como mio, que no debió ser el mio, lleno de odio, de rencor que nunca pude sentir en realidad me asomé al haz de luz que entraba por esa ventana que se me hacia gigante, maldije mil veces, mil veces una y mil veces dos, maldije tu nombre y tu existencia, la fe de todos en mi, y mi propia existencia, trapié el piso con mi orgullo esa noche, lo dejé tirado mientras mordía mis labios y seguía odiando, odiándolo todo incluso la sangre que corría de mi boca, no me importó nada, ni tu nombre, ni el mio, no habían recuerdos, se habían ido junto con tu perfume, me importó tan poco lo que vendría, pero seguía peleando contra la situación misma desde mi mente, la luz comenzó a molestarme debió ser culpa de tanta lágrima derramada en vano, que importaba todo lo que había pasado si al final estaba vivo y tu también, pero nos seguía odiando, por estúpidos, por malcriados, por ser quienes eramos, unos malditos condenados a no ser nadie en el mundo del otro.

Dejé todo en esa escalera, dejé mi razón, mis sentimientos, una nota con mi corazón expuesto, mi sangre, mis lágrimas y mis verdaderas intenciones, dejé un grito tan helado como la habitación misma, dejé que acabaran los sueños de todos los demás, dejé mi angustia y mis miedos, a partir de ese momento me paré sonriente, con el ánimo de todos mis días, con las ganas de amanecer feliz, de caminar por las calles sin miedo a enfrentar miradas, te dije que no podía odiar, ya no lo hice y ya no lo hago, bajé y entre a esa pieza, yo era el mismo pero en realidad no, parte de lo que amaste se había ido, pero te diste cuenta de eso cuando pasó el tiempo, cuando dejamos de hablar y usamos paliativos para los dolores de cabeza que sabíamos que era por nosotros mismos.

Yo no te odié en realidad, yo no pensé más en las situaciones que no fueron, yo recuperé el orgullo que nunca tuve, si, soy feliz como nunca antes porque ese maldito grito limpió mi alma de todo lo que tu buscaste matar. No lo conseguiste, estoy vivo, más que antes y no gracias a ti, tampoco gracias a mí sino a que lo dejé todo en ese maldito rincón, porque ahí congelé mis emociones y las quebré para no repetirme ese plato frío, a pesar que digan que soy cobarde sé que no lo soy, soy un sobreviviente del frío infernal, que decidió no cometer el mismo error nuevamente, que prometió no ser gentil con una sonrisa, que planeo no seguir creyendo historias...Soy el que maldijo en esa escalera tu nombre, tu existencia y dijo que no te odiaba ¿te acuerdas de ese hombre que dijiste que jamás olvidarías?..claro el que no recuerdas .. ese soy.


atte.

Demian.

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