En las noches de cielo anaranjado, siempre he sentido que el tiempo y el mundo se detiene por completo. Es esa sensación de clima templado y una brisa que prácticamente no existe, no se siente. Ese fantasma que te dice que algo vendrá, pero se esconde detrás de los árboles y abajo de las hojas.
Entonces cuando pienso en cómo aprovechar cada segundo extra que la vida me está regalando, me imagino un abrazo eterno con la sensación de protección junto a esa promesa o mentira de una vida juntos, que en realidad nunca he escuchado. No me haré la romántica ni la esperanzada, la verdad no lo espero ni lo busco, a veces veo que llega y al final da un poco igual. Porque al final esas noches están hechas sólo de sensaciones que me invento, como la posibilidad de que el mundo pare por mí y en realidad la noche no tienen ni pies ni cabeza, ni frío ni calor.