"Desde cuándo no eres capaz de ser tú", me preguntabas una y otra vez, mientras yo sólo te pedía que no siguieras con esta tortura, no otra vez, no en este día, se supone que nos llevaríamos bien, sólo porque hoy era nuestro, pero seguías "Desde cuándo no eres capaz de ser tú, respondeme!", y yo enmudecía, dolido por tu pregunta y por la posible respuesta a punto de salir de mí.
Juré tantas veces que sería siempre igual contigo, que no sufrirías por mi, que jamás te daría la espalda y ahora, bueno desde hace un tiempo, ni yo me reconozco, la canción seguía.
-"Maldita sea, te hablo y no me respondes".
Sé que querías una respuesta y yo quería darte una que no doliera, entonces dije, en voz baja
- "Desde que no puedo mirarte a los ojos y decir 'te amo'", te vi caer a mis pies, te vi llorar y odiarme, sé que no pudiste más, sé que no pude más conmigo, eras todo y hasta ese momento sé que yo lo era para ti, había sido tu compañero, tu amigo, tu pareja, tus brazos, piernas y corazón, lo sabía, pero no podía seguir.
Fue tan doloroso el que continuaras preguntando: - "¿Desde cuándo ya no puedes hacer eso?".
Ambos sabíamos que desde el día en que ya no nos importó dormir cerca, desde el día en que no habían besos de despedida antes de salir al trabajo, desde el día en que te vi y no eras mi amante, eras mi compañera de cama, una que lo desordenaba todo, mientras acaparaba las sábanas. Tu por tu lado creo que no viste nada y por alguna razón seguías mirándome de la misma manera extraña y tierna de siempre. Quería que pararas, porque no podría mirarte así, te envidiaba tanto, envidiaba tanto esa subsistencia en tu mirada y me odiaba tanto al no poder responderte, era como si viera a través de tus ojos como de a poco caía tu corazón a pedazos y no era capaz de hacer nada, sólo explicarte la realidad que hacía caer pedazos más grande con mi cara en ellos.
-"Desde cuándo no te inspiro nada", pedía que no me hicieras más preguntas de ese tipo, creo que te lo decía.
- "no sé pequeña, no lo sé", sólo te respondía eso, aún sabiendo que era una vía evacuación rápida a todo este interrogatorio, seguiste, eras insistente, no sabes como me agradaba a veces eso, lo perseverante, pero ahora me dolía mentirte.
- "lo siento, no sé". sé que eran mentiras.
Fue desde que tu eras algo más de mi realidad, eras lo que usaba las sillas, o lo que veía delante del espejo, no quiero decir que eras parte del entorno, pero de pronto ya no brillaste, podrías haberte detenido ahí...pero seguiste, te volviste hiriente, yo tenia claro que no había sido poco el tiempo juntos y que tus esfuerzos no fueron menores en soportar mis pequeñas manías y mis gustos extraños, mis coqueteos esporádicos que jamás fueron intencionales, los deportes extremos o quien sabe que otro gesto estúpido que te costaba tragar, pero lo hiciste, no te lo pedí, pero lo hiciste, nunca te lo agradecí, y no sabes cuanto lo lamento, de todas maneras ni mis intentos de apaciguarte fueron útil, ni el tratar de salir por esa puerta. Me detenías y seguías preguntando, ¿te diste cuenta como poco a poco ese departamento de ensueño se nos hizo un infierno? en medio de todas las preguntas que seguías haciendo y todas las frases hirientes que traté de soportar, ¿te diste cuenta como fue cambiando de día a noche y yo me iba enfureciendo con el pasar de las horas?
Juro que traté de soportar tu odio, lo justifiqué las primeras horas pero ya a la cuarta no sólo me dolía sino que recordaba lo que yo también había hecho por ti, a la quinta recordé las oportunidades que dejé ir por ti, dentro de la quinta hora y media de todo este caos lleno de lágrimas y trapitos apolillados al sol, no aguanté y tú tampoco, me tiraste un vaso que golpeó mi hombro y la verdad no lo soporté. Jamás te había levantado la mano, tú jamás tirabas cosas, entonces recuerdo como te dí esa cachetada, me sentí horrible, sé que tú también al menos paramos la histeria, te encerraste en el baño y yo partí a buscar mis cosas a la pieza, supe que no había vuelta atrás, supe ahí que era todo lo que había destinado para nosotros dos juntos, mientras yo hacia mi maleta, noté que tu llanto ya no se escuchaba y que el agua corriendo salía por debajo de la puerta, con el tono perfecto de rojo que siempre escogiste en mis corbatas... no existió la vuelta atrás... lo supimos desde que nos dijimos buenos días esa mañana.
Juré tantas veces que sería siempre igual contigo, que no sufrirías por mi, que jamás te daría la espalda y ahora, bueno desde hace un tiempo, ni yo me reconozco, la canción seguía.
-"Maldita sea, te hablo y no me respondes".
Sé que querías una respuesta y yo quería darte una que no doliera, entonces dije, en voz baja
- "Desde que no puedo mirarte a los ojos y decir 'te amo'", te vi caer a mis pies, te vi llorar y odiarme, sé que no pudiste más, sé que no pude más conmigo, eras todo y hasta ese momento sé que yo lo era para ti, había sido tu compañero, tu amigo, tu pareja, tus brazos, piernas y corazón, lo sabía, pero no podía seguir.
Fue tan doloroso el que continuaras preguntando: - "¿Desde cuándo ya no puedes hacer eso?".
Ambos sabíamos que desde el día en que ya no nos importó dormir cerca, desde el día en que no habían besos de despedida antes de salir al trabajo, desde el día en que te vi y no eras mi amante, eras mi compañera de cama, una que lo desordenaba todo, mientras acaparaba las sábanas. Tu por tu lado creo que no viste nada y por alguna razón seguías mirándome de la misma manera extraña y tierna de siempre. Quería que pararas, porque no podría mirarte así, te envidiaba tanto, envidiaba tanto esa subsistencia en tu mirada y me odiaba tanto al no poder responderte, era como si viera a través de tus ojos como de a poco caía tu corazón a pedazos y no era capaz de hacer nada, sólo explicarte la realidad que hacía caer pedazos más grande con mi cara en ellos.
-"Desde cuándo no te inspiro nada", pedía que no me hicieras más preguntas de ese tipo, creo que te lo decía.
- "no sé pequeña, no lo sé", sólo te respondía eso, aún sabiendo que era una vía evacuación rápida a todo este interrogatorio, seguiste, eras insistente, no sabes como me agradaba a veces eso, lo perseverante, pero ahora me dolía mentirte.
- "lo siento, no sé". sé que eran mentiras.
Fue desde que tu eras algo más de mi realidad, eras lo que usaba las sillas, o lo que veía delante del espejo, no quiero decir que eras parte del entorno, pero de pronto ya no brillaste, podrías haberte detenido ahí...pero seguiste, te volviste hiriente, yo tenia claro que no había sido poco el tiempo juntos y que tus esfuerzos no fueron menores en soportar mis pequeñas manías y mis gustos extraños, mis coqueteos esporádicos que jamás fueron intencionales, los deportes extremos o quien sabe que otro gesto estúpido que te costaba tragar, pero lo hiciste, no te lo pedí, pero lo hiciste, nunca te lo agradecí, y no sabes cuanto lo lamento, de todas maneras ni mis intentos de apaciguarte fueron útil, ni el tratar de salir por esa puerta. Me detenías y seguías preguntando, ¿te diste cuenta como poco a poco ese departamento de ensueño se nos hizo un infierno? en medio de todas las preguntas que seguías haciendo y todas las frases hirientes que traté de soportar, ¿te diste cuenta como fue cambiando de día a noche y yo me iba enfureciendo con el pasar de las horas?
Juro que traté de soportar tu odio, lo justifiqué las primeras horas pero ya a la cuarta no sólo me dolía sino que recordaba lo que yo también había hecho por ti, a la quinta recordé las oportunidades que dejé ir por ti, dentro de la quinta hora y media de todo este caos lleno de lágrimas y trapitos apolillados al sol, no aguanté y tú tampoco, me tiraste un vaso que golpeó mi hombro y la verdad no lo soporté. Jamás te había levantado la mano, tú jamás tirabas cosas, entonces recuerdo como te dí esa cachetada, me sentí horrible, sé que tú también al menos paramos la histeria, te encerraste en el baño y yo partí a buscar mis cosas a la pieza, supe que no había vuelta atrás, supe ahí que era todo lo que había destinado para nosotros dos juntos, mientras yo hacia mi maleta, noté que tu llanto ya no se escuchaba y que el agua corriendo salía por debajo de la puerta, con el tono perfecto de rojo que siempre escogiste en mis corbatas... no existió la vuelta atrás... lo supimos desde que nos dijimos buenos días esa mañana.
1 Comment:
Uf, sonará psicopata, pero en algunas líneas del comienzo me sentí tan identificada, debe ser porque a todos alguna vez nos pasa lo mismo, en alguna etapa, cuando ya "no es lo mismo".
En todo caso sí, el vuelco fue ese del final, no pensé que era así, pero había muerte en mis pensamientos jajajaja.
Buena historia, aunque tragica, para No días sensibles.
Post a Comment